Esto no es solo ciencia ficción, es una meditación filosófica sobre los límites del entendimiento humano. "Solaris" (1961) de Stanisław Lem es uno de esos libros que te deja sentado en silencio con la portada cerrada en las manos mucho después de haber terminado.
De qué trata la novela
Los científicos trabajan en una estación orbital que gira alrededor del planeta Solaris, tratando de establecer contacto con el misterioso Océano: una vasta sustancia que cubre toda la superficie del planeta.El Océano parece estar vivo. Pero en lugar del "contacto" esperado, responde materializando recuerdos reprimidos.

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Lo que la hace fascinante
"Solaris" no trata de láseres, batallas alienígenas o siquiera tecnología. Esta es una novela sobre un humano que se enfrenta a algo tan incomprensiblemente "otro" que destroza no solo las teorías científicas, sino su propia psique.
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Adaptaciones cinematográficas
El tema de "Solaris" ha atraído repetidamente a los cineastas. En 1972, Andrei Tarkovsky hizo un drama filosófico que ganó el Gran Premio en Cannes. Su "Solaris" habla de amor, dolor y memoria, y sobre la Tierra incluso más que sobre el espacio.En 2002, se estrenó una versión estadounidense de Steven Soderbergh protagonizada por George Clooney: oscura y estética, pero según el propio Lem, demasiado "humanizada".
Ninguna adaptación, dijo el escritor, logró capturar lo principal: la "alteridad" de Solaris.

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Como autor [de la novela] me permitiré repetir que solo quería crear una visión de un encuentro humano con algo que ciertamente existe, de manera poderosa quizás, pero que no puede reducirse a conceptos, ideas o imágenes humanas. Por eso el libro se tituló "Solaris" y no "Amor en el Espacio Exterior", comentó el autor sobre la adaptación de Soderbergh.
Estoy de acuerdo: este libro no trata sobre el amor en gravedad cero, sino sobre los límites de la humanidad. La promesa de un contacto que nunca será mutuo. Y quizás esa sea la ciencia ficción más honesta de todas. Anteriormente en estrellavia.com, cubrimos "The Girl with the Dragon Tattoo": ni siquiera David Fincher pudo resistirse a esa.